Tu diestra, Señor, reveló su gran poder;
tu diestra, Señor, despedazó al enemigo.
Fue tan grande tu victoria
que derribaste a tus oponentes;
diste rienda suelta a tu ardiente ira,
y fueron consumidos como rastrojo.
Bastó un soplo de tu nariz
para que se amontonaran las aguas.
Las olas se irguieron como murallas;
¡se inmovilizaron las aguas en el fondo del mar!
Para estudio adicional: Jeremías 31:10-14
Lectura nocturna: Lucas 24
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